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Kasadya Hellhound Born
Hola!! Les traigo la segunda parte del último capítulo del Libro de Kasadya Hellhound Born, de Karen Swart.
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Capítulo 18 (Parte 2)
Observé con horror como mi alma gemela se levantaba de un
salto en el aire y se lanzaba sobre el agujero y hacia la criatura que estaba
tratando de pasar a través de él. Por un momento, mi corazón se detuvo por
completo. La explosión fue devastadora. Frente a nosotros, una enorme bola de
fuego hizo su camino en nuestra dirección, envolviendo a todos los demonios en
su camino.
― Kasadya ― susurré derrotado.
Las llamas se apagaron, y vi como el viento se llevaba el humo
en la distancia. Sentí la caída de la red invisible y me teletransporté hasta
el último lugar en el que había visto a mi amor. No había nada más que el
recuerdo negro de una gran explosión. Los cuerpos de demonios yacían por todas
partes, quemados y sin vida. Mis manos se acercaron a la pared invisible, pero
no sentí nada.
― ¡Kasadya! ― grité en agonía, cayendo de
rodillas.
¿Cómo pudo hacer esto?
¿Cómo pudo dejarme con el corazón roto de esta manera?
Durante años había cumplido con mí deber y defendido la
tierra. Ni una sola vez tuve un pensamiento codicioso cruzando por mi mente.
Ni siquiera cuando vi a otros encontrar a su alma gemela. Pero
cuando por fin la encontré, estaba impresionado por el poder que tenía. Ella me
había dejado indefenso desde el primer momento en que la miré a los ojos.
Ahora, miraba el lugar donde mi amor había dado su vida por nosotros.
― Chax, lo
siento mucho ― dijo Lada,
colocando su mano en mi hombro.
― ¡No puedo
creer que ella acaba de hacer eso! ¿Qué demonios estaba pensando? ― Max rugió detrás de mí.
― Independientemente
de cómo nos sentimos, sabemos que ella acaba de salvarnos a todos nosotros ― declaró Vulcan, defendiendola.
Mi corazón se rompió en mil pedazos por su decisión. Cerré los
ojos y alcancé la única cosa que nadie más sabía. Mis ojos se abrieron cuando
lo sentí.
¡Ella está viva!
Salté, poniéndome de pie y empujé a Lada y a Zurita lejos de
mí.
― Chax espera,
no hagas nada estúpido ― Caim
me agarró el brazo.
Me di vuelta y lo miré.
― Ella aún
está viva. Todavía puedo sentir el encanto.
― ¿De qué
estás hablando? ― me cuestionó.
Arranqué mi brazo de su agarre y miré alrededor, en busca de
alguien con el que necesitaba tener una conversación.
― Puse un
encanto de seguimiento en ella, era la única manera de saber dónde estaba, cada
vez que desaparecía ― confesé.
― ¡Está
prohibido! ― me gritó Vulcan.
Me volví hacia él, ―
No tuve otra opción, ella siempre fue muy poderosa, ¡y siempre tan
imprudente! ― no iba a pedir
perdón por algo que claramente necesitaba.
― ¿Ella lo sabía?
― preguntó Don.
Cerré los ojos y sacudí la cabeza. ¿Cómo podía decirle que
había tomado una decisión sin su consentimiento?
― ¡Cristo
omnipotente, Chax! ¡Está prohibido por una razón! ― Vulcan continuó.
No me importó. Había servido el día que desapareció, y servía
ahora. Allí, de pie en la parte posterior, Nina estaba tratando de esconderse
de mí. Me teletransporté y la agarré por el cuello.
― Tú ― dije
mientras la aprisionaba.
― Chax por
favor, se lo prometí ― declaró
Nina.
Por primera vez en mi existencia, quería matar a un Caído. Yo
quería matarla.
― Chax,
hermano, dejala ir ― la mano de
Caim alcanzó la mía.
― Lo siento,
Chax ― Nina estaba sin aliento
entre respiraciones.
La solté y me alejé.
― ¿A dónde
vas? ― preguntó Max detrás de
mí.
― Voy a traer
de vuelta a mi compañera ― dije
firmemente.
Los que trataran de detenerme conocerían una parte de mí que
reservaba exclusivamente para los demonios.
― ¡Entonces
vamos contigo! ― ladró Zurita.
Me detuve y los miré. El equipo estaba allí de pie, cubierto
de sangre, pero pude ver en sus caras que tratar de convencerlos de lo
contrario, no sería de ninguna utilidad.
― Voy al
infierno. Deben saber esto, no voy a parar hasta encontrarla y traerla de
vuelta a donde pertenece ― la
necesitaba.
Durante todo el tiempo que he caminado en esta tierra solo, su
tacto fue como un sol naciente dentro de mí. No había más largos y tediosos
días. Los días eran demasiado cortos con ella, rogaba que no se terminaran
nunca.
― Bien, porque
nosotros tampoco vamos a volver sin ella ― dijo Max, cruzando los brazos sobre el pecho.
Por segunda vez, el mestizo y yo estuvimos de acuerdo sobre Kasadya
y su seguridad.
― Entonces,
agarren sus cosas, nos vamos al amanecer ― los instruí.
― No puedes
estar hablando en serio, Chax. ¿Cómo en el mundo vas a encontrar una entrada al
infierno? ― preguntó Don.
Mis ojos viajaron a él.
― Con un
demonio, por supuesto.
Él se rió.
― Ningún
demonio traicionaría a los príncipes y a él mismo. No va a funcionar.
Di un paso hacia él, deteniéndome sólo cuando nos encontramos
cara a cara.
― Créeme, lo
harán, para poner fin al dolor ― estaba
sorprendido, pero asintió entendiendo que yo había hecho mi punto.
― Al infierno
entonces, mi amigo. Todos vamos a unirnos a ti y traer de vuelta a nuestro
hellhound ― dijo Astin.
― No. Tú y el
resto de los Caídos se asegurarán de que la tierra esté libre de los demonios
restantes. Los seres humanos han sufrido bastante. Asegúrese de que hasta el
último demonio sea cazado y destruido ―
Astin asintió, entendiendo el caos que aún reinaba en la tierra.
Me volví hacia mi equipo y con una última inclinación de
cabeza me teletransporté a mi habitación. Su olor aún permanecía en ella. Su
ropa aún yacía en el suelo del cuarto de baño. Mi corazón dio un vuelco, y
sentí como mi mundo se rompía en mil pedazos una vez más. Por ella, destruiría
el mismísimo infierno, pero ella sería mía y sólo mía. Y estaría a salvo, aquí
conmigo, donde pertenecía.
El aire se movió detrás de mí y me preparé para mi visitante.
Raphael se había teletransportado con su armadura de combate todavía cubierta
de sangre. Nos miramos el uno al otro, la ira me llenaba.
Había confiado en ellos
y mira lo que había sucedido. Me di la vuelta, descartándolo.
― No lo
sabíamos Chax. Tomo el voto de los cielos, no lo sabíamos ― Rafael entró en erupción detrás de
mí.
Todavía no me iba a dar la vuelta. Ellos no merecían mi
respeto por el momento.
― Voy a
llevarte a ti y a tu equipo al infierno. Sin ella, los hellhounds están
condenados. No nos podemos permitir eso ―
continuó Rafael.
Fue ahí cuando me di la vuelta para mirar a mi antiguo
aprendiz.
― No me vuelvas
a fallar, Rafael. Para ti ella es sólo un objeto o una herramienta; para mí,
ella es mi vida ― mis ojos
nunca se apartaron de él.
― Entiendo
Chax. No te fallaré, ni a ti ni a ella.
― Entonces, vamos
a salir en la madrugada. Prepárate viejo amigo, esto no va a ser fácil.
Rafael asintió y se teletransportó, dejándome a solas con mi
corazón roto. Alcancé mi brazo de nuevo, sintiendo el encanto vinculado a ella.
Ella estaba sintiendo dolor, mucho dolor.
Fin del Capítulo 18
Fin del Libro Kasadya Hellhound Born
Fin del Libro Kasadya Hellhound Born
3° Libro - Capítulo 18 (Parte 2)
Kasadya Hellhound Born
Eeste es el último capítulo del libro. Parte 1.
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Capítulo 18 (Parte 1)
― Kasadya, no
me hagas esto ― Chax habló,
usando Corra.
Me detuve por completo y lo miré. Alcanzando mi collar, lo
sostuve.
― Lo siento
mucho, Chax. Esta es la única manera; no podemos ganar de otra manera. Lo sé,
he visto el final demasiadas veces ― le
contesté.
Su cara cayó aún más y miró a su alrededor en busca de una
salida.
― Quiero darte
las gracias... por estar ahí para mí. Por buscarme cuando desaparecí. Por
soportar toda mi basura. Siento que lo arruiné tantas veces. Pero no esta
vez, lo prometo. Y sobre todo, gracias por amarme ― incluso mi voz mental se rompió en la última parte.
Chax empezó a gritar y golpear en la pared invisible, mientras
que otros se unieron a él. Miré a Nanini, sorprendida porque ella no podía
salir.
― Cuida a Max
por mí ― le envié a ella.
Las lágrimas aparecieron y corrieron por sus mejillas, pero
asintió.
― ¡Kas,
déjanos ayudarte! ― gritó
Lotán. Mis amigos, mi familia todavía estaban tratando de salvarme. Las
lágrimas corrían por mi cara ahora.
― Los quiero, a
todos ustedes. Gracias por estar siempre ahí para mí ― finalmente, mi voz mental comenzó a sollozar.
Me di la vuelta, temiendo que el solo hecho de verlos me
detendría.
― ¡Kasadya! No
me hagas esto. ¡Te lo ruego! ― me
gritó Chax.
Los demonios se acercaban a mí alrededor, pero mi corazón
estaba tan roto que solo dejé que las lágrimas y el dolor de mi corazón se
derramaran fuera de mí.
― Lo siento
mucho, Chax. Perdóname ― y con
eso, irrumpí hacia adelante.
Usé mis golpes de fuerza G para eliminar las masas fuera de mi
camino. Cuando eso dejó de funcionar, empecé a teletransportarme. Los demonios
me agarraban y algunos me cortaron una o dos veces. Pero no iba a parar.
Vi a Ballen tratando de huir de mí. Él pensó que me dirigía a
él. Bueno. Lo necesitaba en el otro lado cuando hiciera volar todo por los
aires.
Usando mis alas para tomar más impulso, envié un enorme golpe de fuerza
G a la horda que quedaba entre mi cuerpo y mi objetivo. Volaron hacia atrás,
despejando el camino para que pudiese avanzar.
Golpee a algunos que estaban demasiado
cerca y tomé sus cabezas. La sangre me salpicó entera. Buscando la brecha para
asegurarme de que me dirigía en la dirección correcta, vi los hombros y los
brazos de algo malditamente grande, ya empezaba a traspasar la barrera.
¡Necesito moverme más
rápido!
Subí con mis alas. Ellas estaban cansadas, pero no tenía otra
opción. Ahora tenía los demonios voladores con los que lidiar. Luché, los
rebané y envié sus cuerpos sin cabeza cayendo a la tierra a unos pocos metros de distancia.
Por fin, avancé más cerca del agujero. El dolor atravesó mi ala izquierda y caí
al suelo, con un fuerte golpe. En el último momento me aseguré de que la parte
delantera de mi cuerpo cayera al suelo y no la espalda. Los demonios me
saltaron a la vez. Ballen les estaba gritando para que me detuviesen. Utilice todo
lo que tenía y arrojé todo lo que estaba a mi izquierda con mis alas y brazos.
Ellos salieron volando y justo en frente de mí estaba el agujero con el diablo
atrapado en él.
Ballen estaba de pie en la entrada mirandome, su rostro una
máscara de shock.
Con una respiración profunda, alcancé la bolsa y tomé las
esferas. Ahora armada y lista, sólo tenía unos pocos metros por delante.
Irrumpí a través de los demonios, sin preocuparme que me hirieran de gravedad.
No iba a estar para una próxima pelea.
Sostuve las esferas a mi pecho,
protegiendolas de cualquier otro impacto. Entonces, finalmente, cuando estaba
en la entrada del agujero y con el último gramo de fuerza que me quedaba, salté
en el aire y fui volando directamente hacia él.
Hay muchas cosas que pasan por tu mente en el momento antes de
morir. Recordé mi primer paso en Exsilium. La reunión con Lada y Nanini. Como
conocí a Chax y la forma en que lo odié mi primer día. Recordé lo divertido que
fue el paseo a la playa, la Hellhouse y el comedor. La primera vez que vi a
Lada y Lotán besarse. Como conocí a Max y a Ryan, y luego a todo el resto. Mi
corazón ya no se sentía pesado por Kali o Seth o todos los demás que me habían
traicionado. Recordé cuando me volví a encontrar con Chax y los Caídos de
nuevo. Al ver a mis padres otra vez. Tantos recuerdos me bombardearon en ese
último momento. Me acordé de mi día y noche con Chax, y cómo se sentía el ser
amada.
― Te amo ― le envié un mensaje final para él.
Él seguía gritando mi nombre, pidiendo que me detenga.
Recordé por qué estaba haciendo esto. Por ellos, daba mi
corazón, mi vida. El rostro conmocionado de Ballen estaba frente a mí, justo en
mi camino y cuando lo alcancé, dejé caer las esferas y choqué contra él.
Continuará...
3° Libro - Capítulo 18 (Parte 1)
Kasadya Hellhound Born
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Capítulo 17 (Parte 2)
El suelo se sacudió a medida que más bombas fueron detonadas.
Pronto el campo de batalla estaba cubierto de humo. Pero incluso después de
toda la potencia del fuego, se podían distinguir las siluetas de los demonios a
través del humo.
A medida que el viento limpiaba el aire, el campo de batalla se aclaró y vimos cómo los demonios se manifestaban sobre los cadáveres de sus hermanos derrotados. Miré hacia arriba, hacia los Caídos voladores, sabiendo lo que seguía a continuación. Ellos ya estaban alcanzando las esferas atadas alrededor de ellos. Pude ver que estaban armados con más pelotas que nosotros. Bueno, iban a hacer un infierno con el impacto del segundo asalto.
Los demonios se acercaron, sus ojos fijos en el pequeño número de Caídos reunidos delante de ellos.
A medida que el viento limpiaba el aire, el campo de batalla se aclaró y vimos cómo los demonios se manifestaban sobre los cadáveres de sus hermanos derrotados. Miré hacia arriba, hacia los Caídos voladores, sabiendo lo que seguía a continuación. Ellos ya estaban alcanzando las esferas atadas alrededor de ellos. Pude ver que estaban armados con más pelotas que nosotros. Bueno, iban a hacer un infierno con el impacto del segundo asalto.
Los demonios se acercaron, sus ojos fijos en el pequeño número de Caídos reunidos delante de ellos.
Podía ver la victoria que creían que estaban a punto de
obtener. ¿Una pequeña fuerza en contra de miles, sino millones, de demonios?
Para ellos nosotros ya estabamos muertos.
Detrás de ellos un ruido horrible rasgó a través de la brecha y retumbó a través del campo de batalla. El aumento del viento fue suficiente para batirme el cabello y las alas.
Detrás de ellos un ruido horrible rasgó a través de la brecha y retumbó a través del campo de batalla. El aumento del viento fue suficiente para batirme el cabello y las alas.
¿Qué demonios fue eso?
Miré más allá de ellos, hacia la brecha, y mi aliento me dejó cuando vi una enorme forma oscura detrás de la pared. Rojo, ojos malignos era todo lo que podía distinguir.
Es eso... ¡Oh maldita sea! Es él.
Aquellos eran los ojos que vi cuando el hermano de Chax me mostró lo que le había sucedido. Esos mismos ojos y la forma oscura eran responsables del golpe antes de expulsarlo.
El diablo acababa de salir a jugar.
Miré de nuevo a Chax, quien tenía la mirada fija sobre el mismo punto. Él sabía que si conseguía pasar a través de la pared, todos estábamos jodidos. Al oír el resoplido de un demonio, miré hacia abajo y los ví a unos pocos metros de distancia de nosotros.
― ¡Libérenlas!
― gritó Chax detrás de mí y las
hadas y arpías dejaron que las esferas llovieran sobre ellos.
Una vez más, la tierra se sacudió con la fuerza de las bombas,
enviando ondas a través de nuestros cuerpos.
Los demonios que escaparon de las bombas, estaban acercándose a atacarnos.
Los demonios que escaparon de las bombas, estaban acercándose a atacarnos.
Bien, era nuestro turno.
― ¡Ahora! ― le grité a mi hellhound, mientras
sostenía las esferas de mi bolsa.
Estaba tan contenta por todo lo que la práctica de béisbol
había hecho mientras estábamos en la escuela, porque funcionaba
como un encanto. Lanzando esfera tras esfera, vi como los demonios volaban
alrededor, partes de sus cuerpos dispersas por el suelo.
Agarré la última de mis esferas y después de lanzarla,
desenfundé mis espadas y me preparé para dar rienda suelta a mí misma y a los
otros hellhounds. Vi con diversión como los demonios que tenían sólo medio
cuerpo o sólo una pierna todavía avanzaban hacia nosotros.
Bueno, vamos a darles
puntos por su determinación.
Y a continuación, el momento había llegado por fin, tenía que usar mi nuevo regalo de la divinidad, liberé al revelado dentro de mí y a todos los demás hellhound a mí alrededor.
Sus encantos no serían capaces de llegar a ellos, mi divinidad los bloqueaba.
Con un rugido, irrumpimos hacia adelante al encuentro de los demonios. Rebané, lancé, agarré y arranqué. Luchamos, como berserkers; incapaz de controlar la furia dentro de nosotros, simplemente liberamos a la muerte. Agarrando un demonio con forma de pollo, lo utilicé para bloquear un par de espadas que venían en mi dirección. Lo despedazaron, dejándome sin escudo. Reaccionando por instinto, levanté un brazo, tratando de bloquear dos espadas dirigidas a mi torso.
Con un rugido, irrumpimos hacia adelante al encuentro de los demonios. Rebané, lancé, agarré y arranqué. Luchamos, como berserkers; incapaz de controlar la furia dentro de nosotros, simplemente liberamos a la muerte. Agarrando un demonio con forma de pollo, lo utilicé para bloquear un par de espadas que venían en mi dirección. Lo despedazaron, dejándome sin escudo. Reaccionando por instinto, levanté un brazo, tratando de bloquear dos espadas dirigidas a mi torso.
Sentí un pequeño dolor, y me pregunté cómo diablos había dolido tan poco. Cercené las dos cabezas e inspeccioné el brazo que había bloqueado
el golpe.
¡Hola! ¿Qué tenemos
aquí?
En la longitud del antebrazo, había afilados y dentados huesos
que se asemejaban a una especie de dinosaurio. Llevé mi brazo hacia atrás y les
saqué las espadas. Aturdidos, se detuvieron dándome tiempo de tomar sus cabezas
con facilidad. Miré a mis dos brazos y sonreí.
Extraño, pero malditamente
cool.
Usando mi enlace con mis hellhounds, vi como Max y Zurita a mi
lado, descubrían sus propios brazos dentados.
¡Infierno! ¡Quién se lo
iba a imaginar!
Ahora tenía dos armas más para matar con ellas. Siseé otra
vez, y ahora usando mis brazos, pude cortar demonios antes de tomar sus
cabezas.
― ¡Vamos! ― les grité a los demonios.
Nueva fuerza recorrió a través de mis músculos y les dí todo
lo que tenía. Con golpes de fuerza G los envié volando hacia atrás. Mis alas
estaban golpeando y cerrándose a la velocidad de la luz, manteniendo a los
demonios lejos de mi espalda y mis lados. Max lanzó a un demonio hacia mí y
saltando en el aire lo corté por la mitad. Cuando aterricé, rugí y los demonios
delante de mí se detuvieron con miedo. Los revelados
estaban sueltos y causando estragos.
Zurita rugió junto a mí y empujó a los demonios que estaban
delante de ella. Se veía como algo salido de las películas. A medida que ella
pasaba, la sangre brotaba en el aire, rociando todo a su alrededor. Demonios
volaron en el aire, como alfileres golpeados por una bola. Lada estaba usando
sus alas para hacer volar a unos cuantos demonios y cortaba sus cabezas
mientras lo hacía. Estábamos concentrados en la batalla.
Ese ruido horrible sonó de nuevo desde la brecha, el viento me
soplaba en la cara. Mirando hacia arriba, me atraganté con mi sonrisa.
¡Santo cielo!
Dos enormes garras estaban sosteniendo los lados del agujero.
El diablo estaba tratando de conseguir pasar a través de él, pero estaba
teniendo problemas al intentarlo.
¡Oh no! Eso no es bueno.
Él iba a encontrar una manera de pasar. Miré a mí alrededor,
tratando de determinar nuestra posición en el campo de batalla. Los demonios
estaban por todas partes, pero si te fijabas bien, también habían demonios
muertos por todas partes. Los Caídos estaban haciendo un daño real a la horda
que nos estaba asaltando.
― ¡Hellhound! ― alguien gritó delante de mí.
Mis ojos se encontraron con Ballen, ahora en el campo de
batalla, haciendo su camino hacia mí. Y aquí viene la muerte que no iba a
permitir que suceda.
Miré a mí alrededor en busca de Nina, pero con todo el caos,
no pude encontrarla.
― Es el
momento ― me dije.
No había manera de evitarlo. Ballen ya estaba en el campo de
batalla y siguiendo su ejemplo estaba el más grande, más malo de todos ellos
tratando de salir. No podía permitir que eso ocurra.
¡No! ¡Me aseguraré de
que eso no suceda!
Hice un trabajo rápido en los demonios alrededor de mí. Luego,
con la respiración más profunda que pude reunir, grité, ― ¡Nina!
Miré a mi alrededor, mis brazos mecánicamente cortando más
demonios, mis alas todavía golpeando y cerrándose.
Ahí, finalmente, un hombre lobo estaba volando por el aire. Vi
como ella alcanzaba el frente de nuestras líneas.
Manteniendo mis ojos en ella y moviéndome para salir de la
línea que ella estaba a punto de bloquear, irrumpí hacia adelante. Los demonios
volaron lejos con los golpes que les envié. La vi lanzar las esferas, y oí a
algunos de los Caídos gritarle. Finalmente, llegué a la primera línea, asegurándome
de que estaba fuera de la zona que ella había bloqueado.
Nina llegó corriendo por delante de mí, justo cuando yo salia.
Me di la vuelta y miré los rostros desencajados. No podían avanzar conmigo. El
rostro de Max estaba enfurecido mientras me miraba.
― ¡¿Kasadya,
que estás haciendo?! ― me rugió.
Mantuve a los demonios lejos de mí, y no le hice
caso. Buscando, encontré a Nina al final de la línea, lanzando las últimas
esferas que tenía. Mis ojos volvieron al lugar de antes y vi como Max golpeaba
la red invisible. Él estaba enojado. Haciendo caso omiso de sus intentos, mis
ojos viajaron a la única persona que sabía que tenía que encontrar. Estaba de
pie, inmóvil, conmocionado y herido, mientras me miraba.
Fin del Capítulo 17